26 de abril de 2007

Globalización, la más elegante de las conquistas

Estamos frente a un fenómeno ingeniosamente planeado y estilizado, lógico e integrado, aparentemente totalizante en bienestar de la humanidad, para algunos útil, para otros necesario y para las nuevas generaciones prácticamente imprescindible.

Somos concientes de que nos sería casi imposible sobrevivir sin el uso de las teléfonos celulares, ni siquiera imaginamos cuan diferente sería nuestro trabajo diario sin las computadoras o sin Internet.

Sin lugar a duda el rápido desarrollo de las telecomunicaciones a partir de la revolución industrial sistematizó también nuestros cerebros poseídos por el maravilloso mundo del punto com. Este es un espacio que nos resulta cómodo, pues la tecnología nos brinda facilidades y utilizar cualquiera de estos aparatos o servicios que prácticamente traemos incorporados es ya parte de nuestras rutinas diarias, pero ¿quien nos trae esta peligrosa “bendición”?.

Después de la segunda guerra mundial nos baja del cielo un misil poderoso llamado Globalización. Se presenta a nosotros con un vestido deslumbrante, ya preparada, lista para ser aceptada, pero allá en el norte, nace como una estrategia que más tarde desciende a modo de un plan divino así tal como lo fue destino manifiesto pero con menos cabida a la culpabilidad de sus dadores.

No logra sorprendernos, por el contrario, es adoptado como algo nuestro, abrimos los brazos al regalo sin tan siquiera preocuparnos por el contenido del paquete, con tan hermosa presentación lo que hay dentro parece no importar, fastuosas envolturas son cargadas con armas fulminantes destinadas a atacar directamente a la inteligencia.

Este proceso produce efectos no solo en el capitalismo avanzado sino que también recae en casi todas las personas promoviendo la presuntuosa integración, contrario a la separación que ha originado, la desintegración de lo ya construido por los pequeños países quienes son los más afectados.

La globalización no es más que una estrategia para la expansión del capitalismo, una estrategia en el sentido estricto de la palabra, es ésta la más tenue pero la no menos resbaladiza, una técnica que deja intactos los viejos elementos del imperialismo donde prevalecía el concepto de obligar a la gente a consumir lo que necesita, en la actualidad el problema es que nos van educando para necesitarlo todo.

Nos instruyen, a nosotros todo nos lo asignan, lo adaptan a nuestro tamaño, al igual como ocurrió con la modernización, la que sabemos que existe en América Latina, mas no nos pertenece, contrario a lo que muchos dicen, consta desde la década del cincuenta, antes de este periodo la población era en su mayoría analfabeta y el paisaje aun rural. No puede ser nuestra la modernización que nos fue traída por el océano pacífico, que nos fue aparentemente conferida por el viejo continente.

El pensar que se trata de nuestra adaptación del fenómeno es un argumento bastante inconsistente por el simple hecho de que la modernización en Europa duró según Marshall tres etapas para desarrollarse abarcando varios siglos, por ende no es posible que a nosotros se nos diera en tan poco tiempo.

Precisamente la cuestión es que en Europa se desarrolló la modernización en cambio a América se le implantó y no por bondad, no habría razón de hacerlo, ¿gastar tanto dinero solo por ver las caras gustosas de los que para ellos eran casi bestias incivilizadas?, ¿por qué habrían de darnos tal “privilegio” si por otro lado se cometían masacres con los nacidos de América?, además no se precisa de lo que no se conoce, entonces he aquí hasta donde nos adulteraron la conciencia, y cuan factible fue.

Resulta posible encontrar esta respuesta si partimos desde el principio de la colonización, culpable de que a estas alturas América Latina no tenga identidad y que solo sea una copia borrosa en miniaturas de Los Estados Unidos, con habitantes que creen ser europeos.

En la colonia encontramos la indudable causa de la falta de identidad que sufre América Latina. En ese entonces nos enseñaron a pensar, nos borraron los recuerdos y la razón e implantaron nuevas ideas, pero no eran nuestras, trajeron objetos pulcros, espejos, ropas, cosas extrañas, jamás antes vistas por los de tez oscura que caminaban descalzos cubriendo sus genitales con ramas.

Fue posible deslumbrar sus ojos y así preparar sus mentes, nos privaron de la oportunidad de crear nuestra identidad. ¿No es acaso lo mismo que esta ocurriendo en la actualidad, aquí frente a nuestros ojos deslumbrados?, y si fue viable con aquellos que ni siquiera entendían español, ¿no es aún más simple con nosotros que seguimos creyéndonos europeos?. La conquista, engaña, borra, impone, acaba con la historia, es el fenómeno actual, el imperialismo moderno es esta llamada globalización que deshumaniza.

Lo que esta sucediendo es despotismo, hegemonía, la misma que creyeron agotada en el pasado, hoy es permanente, solo se adapta, cambia sin olvidar los delirios totalizantes de aquel que fuera el original.

Globalización es una nueva palabra para algo que se pensó hace mucho tiempo, que lleva en el trasfondo el mismo objetivo: salvar el capitalismo y expandirlo. Esta es hoy una salida para el capitalismo que iba en depresión desde el inicio de la revolución industrial.

Ahora bien que ocurre en el presente donde notamos que en definitiva la globalización no se pensó para el bienestar del tercer mundo. Aquí no se produce, todos somos consumidores, peor aun, malos consumidores, esto nos arrastra a ser solo parte de un dato estadístico y no cualitativo.

En esta carrera los que no pueden rendir o consumir quedan fuera de la civilización, es el consumo el que legitima nuestra prevalecía en este mundo globalizado, es exactamente el ejemplo del negro y el indio que no se les consideraba como personas porque no conocían el mercado que de cualquier forma solo es bueno para el explotador y no para sus explotados. Los pequeños y grandes países que quieran continuar con nombre en este planeta deben tener como himno la palabra “competencia”.

Las naciones ricas nos tienen que asesorar y ayudar a consumir, incluso nos dan el dinero para comprar, entonces a simple vista tampoco es una buena inversión para los países poderosos, pero lo es, tiene que serlo, de no ser así no tendría sentido, porque así nos lo inculcaron, entendemos equivocadamente que si no se coopera con el “grande”, con los fuertes, el mundo no avanza, ahora no podría ser de forma distinta porque así es el mundo que construimos y esta es la manera de mantenerlo vigente. Es fácil de intuir ya que es la misma historia que se vivió durante la colonia.

La guerra por “persistir”, es por la que esta atravesando el mundo. Naciones desesperadas por llamar la atención e imponer al fin su trabajo e inflijo tecnológico, o al menos luchar por llegar a la orilla de este desenfrenado desarrollo que conlleva un gasto enorme para los países pequeños, toda esta lucha se transcribe en resentimiento social y por consiguiente en la pérdida de valores morales de los ciudadanos cada vez mas modernos pero menos humanos, seres que parecen estar conformes con los avances, sin embargo bajan las miradas y desilusionados insultan y pisotean las banderas de sus países.

La globalización es un camino que conduce a lo que podríamos definir como deslegitimación del poder en los países del tercer mundo. El pilar político se desintegra pierde poder y es así como desaparecen los estados nación. Organismos Internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y algunos otros, que han sido creados con el propósito de mejorar las circunstancias en las que encuentran estos países, paradójicamente desploman las estructuras políticas independientes de cada gobierno, les usurpan la autoridad, con la coartada de que en esta forma se acoge la seguridad internacional. La decisión de estas instituciones es la que finalmente administra, quebrantando indudablemente la autodeterminación de los pueblos, en este aspecto concluyendo que la seguridad de unos es la seguridad de todos, la política liberal se torna proteccionista.

Nos encontramos desposeídos del control de nuestras vidas, afrontamos la falta de democracia, palabra que solo se lleva adornando el estandarte de los países sumidos la idea de independencia y que siguen creyendo que aun son libres cuando en realidad lo que sucede es que un régimen aristocrático controla la producción, el consumo y la distribución de los productos, así pues es la democracia, solo una técnica más que la burguesía utiliza para producir mercancía.

En este pensamiento de producir mercancía el capitalismo fue más efectivo pues conservó la afinidad de la mercancía con el mercado, es decir se fortaleció a la mano para producir. De cualquier manera entendemos que todas son estrategias, formas, caminos, nada de esto es nuestro, la globalización no nos involucra, nos utiliza y nosotros ya consumidos por esta sangre global somos dependientes de la droga tecnológica, de las marcas extranjeras, nos convirtieron en los hijos del dólar.

La globalización manipula posibilidades no realidades y eso provoca la terrible crisis de identidad del hombre y la mujer actual. Un ser humano es feliz solo porque puede consumir lo que se le antoje sin pensar en nada ni en nadie, dejando a un lado su entorno formado por otros humanos con otros intereses que a fin de cuentas terminan arrastrando consigo el mismo saco de egoísmos, esto es el individualismo perfecto y absoluto, una de las pretensiones del mundo plástico que se busca desde la revolución industrial, esa idea del mega capitalismo, de avanzar sin respetar límites ni fronteras, esto, tristemente será posible si las mentes eficaces y críticas colapsaran y se hunden también en el abismo tecnológico, capaz de acallar los pensamientos y las interrogantes.

Este lugar, la Tierra, que fuese en su tiempo el planeta perfecto donde el Sol no quemaba, es hoy el tecnoplaneta, puesto que ya no es la era de la humanidad, es la de la máquina, entonces ¿cuándo será de nuevo el tiempo de la conciencia y de la razón?. Algún período parece haberse desperdiciado o aprovechado en la elaboración de sueños e imágenes aparentemente imposibles, más hoy ya son completamente reales.

Crearon e hicieron vivir al malvado científico loco de las caricaturas que deseaba conquistar y gobernar el mundo, esa simpática fábula esta activa y en expansión. Fantasías, que son pesadillas para la mayoría de seres concientes, inquietudes como la utópica alucinación de la burguesía de un Mercado Perfecto, creado en el contexto de globalización y bajo una democracia autoritaria, que bien sabemos es solo una apariencia porque en realidad el capitalismo es claramente totalitario. Análogamente si lo primordial es la mercancía deducimos que la democracia burguesa es totalitaria, no existe otra forma política que sirva para sustentar tal objetivo.

Para que se lleve a cabo un Mercado Perfecto tendría que haber nacido de una idea perfecta, y no es así , por tanto no puede llegarse a crear a menos que el deseo de poder absoluto sea tan despiadado que consuma la poca sensibilidad que queda y conviertan esta tierra en un campo de concentración. Según sus argumentos “solo un grupo pequeño de consumidores heredarán la tierra”. Para que pudiera cumplirse tal conjetura, habría que eliminar dos tercios de la población mundial.

Sería el fin de la humanidad, la destrucción de hombre a hombre. No es pertinente alimentar ideas tan macabras, ideas que se ilustran con imágenes ya conocidas que reiteradamente salen de una historia ya vivida por millones con la dictadura nazi, donde se confundió amor con desorden.

Es fácil engañar a una criatura tan ingenua como el hombre y es aun mas fácil auto evadirse a uno mismo, o justificarse y preñar con elegancia y música culta los desastres, hacerse creer que sus ideas son las correctas para civilizar. Es de la misma forma como las personas creen en la globalización, por convicción propia, nos auto falseamos, nadie nos estruja abiertamente, no hay aparente represión, por el contrario hay aceptación de nuestra parte y mentes bien preparadas que se refugian en una necesaria convicción.

Así la globalización nos apura, nos engaña, parece como si buscáramos morir de hambre mientras chateamos por Internet. Es un caos, un desorden equilibrado, que como ya comprobamos forma el contexto de la utopía neoliberal. El desorden es una de sus características generadoras, gran parte de su desarrollo se debe a esa condición.

La guerra fría tal parece, continúa arrastrándonos y creando desasosiego, xenofobias, acobardamientos, todo esto se reduce a desintegración, se dejan por fuera los capítulos históricos que una vez unieron a la humanidad, para dar paso al gigante de la globalización que deshumaniza y segrega, es una patraña que nos proporciona, por un lado, pero que por la puerta de atrás ocasiona el saqueo de los pueblos pobres, llevando consigo sus culturas e identidades.

Ya muchas de las nuevas generaciones no recuerdan la historia de sus países, aprenden algunos datos en la escuela, les obligan a aprenderse la fecha de independencia y el himno nacional, son solo datos para el examen de estudios sociales, igualmente deben aprender el “my name is”¨ para el examen de inglés, que a fin de cuentas les resulta más divertido.

Aprendemos por convicción, nos conquistan elegantemente, ahora no duele, mas bien resulta reconfortante, nos hace felices el sentimiento de pertenecer a algo, aunque este algo nos asfixie, somos eficaces con la tecnología, las comodidades, somos los reyes del mundo, pero no diremos lo mismo cuando el chip nos controle, o por el contrario estamos tan acostumbrados a aceptarlo todo y justificarlo con virtud que seguramente nos sentiremos descansados cuando ya el humano no tenga nada que hacer, solo algunos contarán dinero, los dueños del caos, y los otros, los dueños de nada morirán de hambre, y eso puede suceder y de no ocurrir. ¿Qué nos espera luego de esta conquista?.

El humano creó este mundo, globalizó desde el comienzo, desintegró, le dio trono a unos y abandonó a otros, no sabrá si salir del caos será tan fácil como crearlo, quizá no sea imposible, de hecho lo imposible está sucediendo.

Globalicemos, sí, pero con nuestras mentes trabajando en la idea de unión y no de mercancía, quitémonos las vendas, controlemos esas mentiras maquilladas de bienaventuranza cuando solo quieren totalizar el egoísmo, fijemos metas y no acobardemos nuestras patrias. Ya en esta etapa no podemos abandonarlo todo y vivir primitivamente, eso acabaría con el mundo, pero si podemos entender lo que hacemos, y lo que seguirá mañana.

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